Hechos 16:30-31 narra la historia del carcelero filipense, que les pregunta a Pablo y a Silas: "Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Y ellos dijeron: cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa."
Muchas personas han interpretado este pasaje erróneamente, como si la salvación llegara a un hogar completo automáticamente por la fe del jefe de hogar, o como una promesa de Dios de salvar siempre y sin excepción a los familiares del creyente. De esta manera generalizan este pasaje, aplicándolo a las vidas de todos los creyentes, enseñando algo que se conoce como "la salvación grupal" o "salvación de hogares completos."
Si bien es cierto que Dios tiene poder para salvar familias y hogares completos, y que la conversión de un jefe de hogar puede ayudar a rescatar de las garras del enemigo a una famila entera, debemos ser diligentes en estudiar e interpretar correctamente las Escrituras, para evitar caer en el error.
LA FE ES UN REGALO PERSONAL. LA SALVACIÓN ES INDIVIDUAL.
Efesios 2:8 dice que somos salvos por el regalo de gracia que Dios nos da: la fe para creer en Jesucristo. Esta fe es individual y no grupal, lo cual es una clara enseñanza de las Escrituras; Romanos 2:6-10 lo confirma. Marcos 16:16 dice "el que creyere y fuere bautizado, será salvo", aludiendo claramente a individuos y no a grupos. Mateo 7:21 dice que sólo entrará al cielo "el que hace la voluntad de mi Padre", refiriéndose a individuos. Lo mismo ocurre en pasajes como Mateo 16:24, Hechos 10:35, 1a Juan 2:4-6. También Ezequiel 18:20 nos enseña el principio de responsabilidad individual ante Dios: los hijos no responden ante Él por los padres, ni viceversa.
¿ACASO 1a CORINTIOS 7:14 NO ENSEÑA LA SALVACIÓN FAMILIAR?
Dice Pablo: "porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos". Pero al examinar el contexto, de inmediato nos damos cuenta que "santificado" o "santo" no se refiere a la salvación, sino a la aprobación de la relación matrimonial delante de Dios. Algunos creyentes en Corinto creían que debían divorciarse para agradar a Dios, por estar "unidos en yugo desigual", pero Pablo les dice que no se divorcien (v.12-13) pues su relación es aprobada por Dios, por causa de la fe de uno de los cónyuges.
Y luego, de manera contundente dice en el v.16 "¿porque qué sabes tú, oh mujer, si quizás harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizás harás salva a tu mujer?". Aquí se comprueba que la salvación de la familia entera no es automática; más bien podría llegar por la influencia del familiar creyente.
CADA INDIVIDUO ES RESPONSABLE Y DEBE ARREPENTIRSE Y CREER AL EVANGELIO.
La Biblia NO ENSEÑA la salvación grupal o familiar. ¿Entonces cómo debemos interpretar "serás salvo, tú y tu casa"?
Hay que tomar en cuenta su género literario. Este es un principio hermenéutico importante. Hechos es un libro histórico, lo cual significa que no podemos generalizar lo que se narra ahí, como algo aplicable a todas las situaciones posteriores de la vida. Mucho de lo que se narra en los libros históricos son acontecimientos específicos que sucedieron a individuos específicos en un momento dado, y de ninguna manera se deben generalizar. Esto no significa que no podamos aprender de ellos, o que no tengan una aplicación para este tiempo; pero es incorrecto generalizar, pues nos haría llegar a conclusiones erradas.
Estaríamos generalizando erróneamente si concluímos que, basados en Hechos 16:31, Pablo enseña que todo creyente automáticamente salva a su familia entera por medio de su propia fe individual, sin necesidad que estos crean ni se arrepientan. También sería un error asumir que se trata de una promesa de Dios con CADA CREYENTE, en la cuál Él se compromete a salvar a toda su familia cuando éste cree.
De hecho, la doctrina cristiana no debe extraerse de libros históricos como Hechos, sino de epístolas, en las cuales Pablo (y otros apóstoles) claramente enseñan sobre la individualidad de la salvación, como vimos al inicio de este artículo.
De hecho, la doctrina cristiana no debe extraerse de libros históricos como Hechos, sino de epístolas, en las cuales Pablo (y otros apóstoles) claramente enseñan sobre la individualidad de la salvación, como vimos al inicio de este artículo.
Si seguimos leyendo Hechos 16 nos encontramos con la respuesta en el versículo 32: "y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa." Luego narra que esa misma noche, todos en su hogar se bautizaron y se regocijaron de haber creído a Dios. Es cierto, todos en su casa fueron salvos, pero solamente porque todos se arrepintieron y creyeron al evangelio, dando como fruto inmediato su bautismo en agua.
No fue la fe del carcelero la que salvó a toda su familia, ¡sino la fe individual que Dios otorgó a cada individuo!
Por cierto, algo similar ocurre en la narración de Pedro y Cornelio, pues el angel prometió a Cornelio que un hombre le hablaría palabras de salvación a él y a toda su casa (Hechos 11:15), pero esto sucedió porque todos en su casa escucharon a Pedro y creyeron al evangelio (Hechos 10:33,44).
¿QUÉ SIGNIFICA ENTONCES, O CÓMO SE APLICA "SERÁS SALVO TÚ Y TU CASA"?
Debemos entenderlo como un recordatorio de la poderosa influencia que tiene en un hogar la conversión de uno de los familiares, sobre todo los jefes de hogar. Cuando un papá, una mamá, un jefe de hogar se convierte al Señor, hay una altísima probabilidad que los demás miembros oigan el evangelio y crean también, no solamente por las palabras de su pariente sino por su ejemplo y conducta piadosa. Por su testimonio de transformación y sus frutos.
Esta explicación, lejos de desanimarnos, debe motivarnos a predicar incansablemente a nuestra familia. Es cierto que no son salvos automáticamente por medio de nuestra fe; pero sí son expuestos a la luz de Cristo por medio de nuestras vidas, nuestro testimonio y nuestra predicación.