CUANDO UN BEBÉ MUERE, ¿A DÓNDE VA SU ALMA?
PASTOR JAVIER KARRAÁ
Es una pregunta difícil de responder, no solo porque la Biblia no toca el tema de forma directa, sino porque a menudo quienes preguntan son padres o madres que han sufrido la lamentable pérdida de un bebé. ¿Dónde fue el alma de mi bebé, si no tenía edad suficiente para escuchar el evangelio, o distinguir entre el bien y el mal?
La pregunta podría incluso ser igualmente aplicable a personas con discapacidad intelectual o algún padecimiento que les impide entender y creer al evangelio.
La duda surge cuando vemos pasajes que nos explican que el pecado original ha afectado a toda la creación, incluyendo a los bebés, quienes sufren las consecuencias desde el mismo momento de la concepción. Romanos 5:12 nos recuerda que por Adán entró el pecado al mundo, y también la muerte física y espiritual, afectando a TODOS los hombres. Nacemos separados de Dios, y necesitamos a Jesús.
Las personas se preguntan: "si los bebés traen el pecado original, y mueren antes de poder desarrollar una fe personal en Jesucristo, ¿a dónde va su alma?"
Gracias a Dios, hay suficientes pasajes en la Biblia que nos permiten inferir la respuesta de manera confiable, respecto al carácter y la voluntad de Dios para los bebés, niños y personas con discapacidad intelectual.
En 2a de Samuel 12:16 en adelante vemos al rey David afligido, porque su bebé enfermó de gravedad. Ora, ayuna y ruega a Dios que sane al niño, mas sin embargo éste muere. Entonces se levanta, se lava, va a la casa de Jehová y adora. Cuando los ancianos le preguntan acerca de su reacción ante la muerte de su hijo, David responde "ahora que el niño ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí" (v.23).
Estas palabras de David hablan acerca de una futura reunión con su hijo: "yo voy a él", refiriéndose al encuentro que se daría en el cielo con su hijo, cuando David muriera. Sabemos que David se fue al cielo, por sus propias palabras proféticas "en la casa de Jehová moraré por largos días" (Sal.23:6) y por pasajes como Hebreos 11:32, entre otros. Por lo tanto, "yo voy a él" nos indica la plena seguridad de David que su bebé fue llevado al cielo con el Señor, ¡y que un día le conocerá!
"DE LOS TALES ES EL REINO DE LOS CIELOS"
También los evangelios narran la ocasión en que muchos padres llevaban a sus hijos ante el Señor para que les impusiera manos y orara por ellos, y los discípulos los regañaban; pero Jesús dijo "dejen que los niños vengan a mí, y no se los impidan, porque de los tales es el reino de los cielos." (Mateo 19:13-15, Marcos 10:13-16, Lucas 18:15-17). A pesar de que el pasaje no dice explícitamente que todos los niños que mueren van al cielo, sí hay una revelación del carácter y el corazón de Jesús por los niños: los ama profundamente y tiene cuidado de ellos. Quiere que nada impida que estén con él. Además reconoce la sencillez del corazón de un niño como un rasgo necesario para la salvación: "si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos" (Mateo 18:3).
De estas respuestas podemos inferir que los bebés que mueren antes de poder escuchar el evangelio o manifestar una fe personal VAN AL CIELO CON EL SEÑOR. También aquellas personas que, por discapacidad o enfermedad física/mental, no pueden entender el evangelio, o distinguir entre el bien y el mal.
No debemos confundirnos: todos nuestros niños nacen pecadores, y necesitan de Cristo. Debemos predicarles a Cristo, y llevarlos a una fe personal cuanto antes. Pero en el caso que mueran antes de poder hacer uso de razón, la Biblia nos da pautas para creer que el Señor extiende su misericordia sobre ellos, por su inmenso amor.
¿Y siempre les salva por medio de Cristo? Claro, Dios Padre les escogió, Jesús expió los pecados de ellos en la cruz, y el Espíritu los regenera y aplica los beneficios de la redención; pero no alcanzaron un desarrollo físico/mental que les permitiera manifestar esa fe de forma notoria a los demás.
Un argumento más a favor de su salvación, es que en Romanos 1:18-20 se nos explica que la razón para condenar a los seres humanos es porque rechazan la revelación general de Dios, es decir, aquella que TODOS los hombres tienen por medio de la creación y la naturaleza. Pero éste no es el caso de los bebés y niños pequeños, pues no han rechazado la revelación general porque ni siquiera la perciben conscientemente, por lo cual no son condenados.
Si usted es padre o madre de un bebito que falleció, o conoce padres o madres así, consuéleles con estas palabras: usted volverá a ver a su hijo en el cielo. Claro, siempre y cuando, como adultos racionales, hayamos creído que Jesús es el Cristo, que murió por nosotros, y le hayamos pedido que perdone nuestros pecados de todo corazón.
PASTOR JAVIER KARRAÁ
"Por Su Gracia, Para Su Gloria"
Pastor de iglesias CEFAD y CPICHURCH, El Salvador, C.A.
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