"Éste es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado." (1ª Juan 1:5-7)
El amor humano es tan frágil, es cambiante, variable, y en el peor de los casos hasta traicionero. Nuestro amor por el prójimo y por el Señor es débil y frágil. Hoy sentimos que amamos, pero mañana ese sentimiento puede cambiar. Podemos incluso decir que amamos mucho al Señor, solo para fallarle y negarle miserablemente de un momento al otro. Pero gracias a Dios que el amor no consiste en que nosotros amemos a Dios; nuestra relación con Dios no depende de nuestra capacidad para amar: “EN ESTO CONSISTE EL AMOR, NO EN QUE NOSOTROS HAYAMOS AMADO A DIOS, SINO EN QUE ÉL NOS AMÓ A NOSOTROS, Y ENVIÓ A SU HIJO EN PROPICIACIÓN POR NUESTROS PECADOS.” (1ª Juan 4:10).
Hoy recordamos una verdad poderosa: “NOSOTROS LE AMAMOS A ÉL, PORQUE ÉL NOS AMÓ PRIMERO.” (1ª Juan 4:19). Es porque Dios nos ama con amor eterno, con amor perfecto siendo pecadores, que hoy tenemos salvación y esperanza. Su amor por nosotros fue demostrado claramente en la cruz: Romanos 5:8 y Juan 3:16.
Sin embargo, Dios nos quiere enseñar a amarle a él como él nos ha amado. Quiere que aprendamos a amar al prójimo con el amor que procede de Él. Quiere que su amor se perfeccione en nosotros. El Señor dejó un solo gran
mandamiento: que amemos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas, y
a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
En el pasaje que leímos, el apóstol Juan nos da cuatro indicadores que nos ayudarán a saber: ¿qué tanto amo
verdaderamente al Señor? ¿Qué tanto el amor de Dios se ha perfeccionado en mi? ¿cuál es el obstáculo para mi
crecimiento espiritual? Y ¿cómo puedo crecer en amor por Dios y el prójimo?
PRIMER INDICADOR: ANDAR EN LA LUZ (1ª Juan 1:5-7). El cristiano que verdaderamente ama al Señor, anda en su
luz. Esto no significa “ser perfecto y sin pecado” sino ser humilde y sincero, reconociendo nuestras áreas débiles
delante de él, para que él nos vaya perfeccionando. (ver versículos del 8-10). Un estorbo al crecimiento espiritual es
el pecado oculto y la doble vida. Eso es andar en tinieblas, negar y ocultar nuestras faltas. El Señor quiere que las
admitamos con humildad, y que nos dejemos ministrar por su gracia. Leer Hebreos 4:15-16.
SEGUNDO INDICADOR: AMAR Y GUARDAR SU PALABRA (1ª Juan 2:3-6). El cristiano que de verdad ama al Señor, ama Su Palabra. No se puede decir que le amamos, si Su Palabra nos aburre. Dice el Pastor John MacArthur: “debemos
oírla, leerla, estudiarla, memorizarla y aplicarla”. La pregunta es: ¿qué tanto permanecemos en su Palabra durante
la semana? ¿En verdad la meditamos y aplicamos?
LA PRÓXIMA SEMANA, EL PASTOR CONTINUARÁ SU MENSAJE, EN EL QUE NOS DARÁ DOS INDICADORES MÁS.
(Para la segunda parte de este artículo, favor leer "AMO A DIOS, PERO ODIO A MI VECINO").