Monday, June 12, 2017

CÓMO PERMANECER FIRMES EN CRISTO



Para disfrutar mejor del contenido de este blog, lee en tu Biblia Juan 15:1-5, y ten a mano todo el capítulo abierto durante la lectura. ¿Ya lo hiciste? Comencemos.
Este pasaje muestra una de las últimas enseñanzas de Jesús a sus Discípulos antes de ser entregado, y se puede resumir en una frase: LA NECESIDAD DE PERMANECER FIRMES EN ÉL. Jesús sabía que los discípulos iban a ser zarandeados; que su fe iba a ser probada; sin embargo los exhorta a “permanecer en él”.Lo precioso de la Gracia de Dios, es que el mismo Señor que los exhorta, ¡es quien los va a sostener! A un verdadero hijo de Dios, nada lo puede apartar de Cristo: "Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro." (Romanos 8:38-39) 

Como ramitas de la vid verdadera, podemos descansar en que no somos nosotros los que nos sujetamos al tronco, sino Él nos sujeta a nosotros (Romanos 11:17-18). Él produce fruto en nosotros. Él pone el querer como el hacer, por Su buena voluntad. Es Dios quien nos preserva y santifica por medio de Su Palabra y su Santo Espíritu: "Fiel es el que os llama, el cual también lo hará" (1a Tesalonicenses 5:24).

Sin embargo, a pesar que "Él mismo nos perfecciona, nos afirma, nos fortalece y nos establece" (1a Pedro 5:10), el Señor nos dice en Juan 15 que nosotros los cristianos somos responsables de esforzarnos, de ser activos e intencionales en permanecer en Él: "permaneced en mí" es un imperativo, una orden, un mandato divino. Es lo precioso de la Soberanía de Dios en la Biblia: va de la mano con la responsabilidad humana, sin contradecirse. 

Volviendo a Juan 15, Jesús hace una alegoría en la que Él es “la vid verdadera”, el Padre es “el labrador” y nosotros los cristianos somos “los pámpanos” (o ramitas). Hay dos clases de ramitas: aquellas que llevan fruto, y las que no. Así también en la iglesia de Cristo hay dos clases de personas: los que verdaderamente están unidos a Cristo, y permanecen firmes en Él; y los que no. Estos últimos pueden ir a la iglesia y parecer cristianos, pero su falta de fruto y su fácil alejamiento ante las pruebas de la vida demuestran lo contrario.

Hay grandes bendiciones para el que permanece firme en Cristo: llevamos fruto que trae gloria al Padre (v.5 y 8), nuestras oraciones son contestadas (v.7 y 16), obtenemos gozo (v.11), podemos amar al prójimo (v.12-13), obtenemos la capacidad de obedecer al Señor (v.14), recibimos guía de parte del Señor (v.15).

Aquel que no permanece firme en Cristo, es porque realmente no era creyente (v.6).

El Señor nos da tres claves para permanecer firmes en Cristo:

1. PERMANECER EN SU EVANGELIO. En el v.4 dice “permaneced en mí, y yo en vosotros”. También nos dice que él es “la vid verdadera”. Los judíos eran frecuentemente comparados con una vid, pero Jesús dice "yo soy la verdadera". En otras palabras, "mi evangelio es la verdad...yo soy la verdad". 

Los cristianos no debemos olvidar jamás quién es Jesús, y lo que hizo por nosotros. Debemos cantar, debemos recordar siempre el evangelio de Cristo: Que siendo Dios, se hizo hombre, vivió una vida perfecta y murió para pagar el castigo de nuestros pecados. Luego resucitó al tercer día y reina sobre todas las cosas con su Poder. Recordando esto a diario permaneceremos firmes en Él. Favor lea 1a Corintios 15:1-2. ¡Retengamos la Palabra del evangelio en nuestro corazón!

2. LEER A DIARIO SU PALABRA. El v.7 dice “si permanecéis en mi, y mis palabras permanecen en vosotros…”. Debemos pasar tiempo a diario en su Palabra, deleitarnos y meditar en ella de día y de noche. Entonces seremos “como árboles plantados junto a corrientes de aguas” (leer Salmo 1:1-3). La Palabra nos afirma en Él.

3. DELEITARNOS A DIARIO EN SU AMOR. El v.9 dice “permaneced en mi amor”. Cuando el creyente se deleita en la presencia de Dios, disfrutando de la oración, la alabanza y la llenura del Espíritu Santo, su hombre interior es renovado y fortalecido. Cuando se congrega también experimenta el amor de Dios a través de los hermanos. Así permanece firme en el Señor, y es capacitado para enfrentar los retos de la vida. 

Conclusión: un creyente que recuerda a diario lo que Cristo hizo por él, que le alaba por su obra en la cruz, que evangeliza, que se alimenta de la Palabra, que se deleita en su tierno amor, es un creyente que permanece firme en Cristo. Y toda la gloria es para el Dios de toda gracia, que nos llamó y nos preservará hasta el fin: "Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal." 2a Tesalonicenses 3:3)


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