Para disfrutar mejor del contenido de este blog, lee en tu Biblia Juan 15:1-5, y ten a mano todo el capítulo abierto durante la lectura. ¿Ya lo hiciste? Comencemos.
Como ramitas de la vid verdadera, podemos descansar en que no somos nosotros los que nos sujetamos al tronco, sino Él nos sujeta a nosotros (Romanos 11:17-18). Él produce fruto en nosotros. Él pone el querer como el hacer, por Su buena voluntad. Es Dios quien nos preserva y santifica por medio de Su Palabra y su Santo Espíritu: "Fiel es el que os llama, el cual también lo hará" (1a Tesalonicenses 5:24).
Sin embargo, a pesar que "Él mismo nos perfecciona, nos afirma, nos fortalece y nos establece" (1a Pedro 5:10), el Señor nos dice en Juan 15 que nosotros los cristianos somos responsables de esforzarnos, de ser activos e intencionales en permanecer en Él: "permaneced en mí" es un imperativo, una orden, un mandato divino. Es lo precioso de la Soberanía de Dios en la Biblia: va de la mano con la responsabilidad humana, sin contradecirse.
Volviendo a Juan 15, Jesús hace una alegoría en la que Él es “la vid verdadera”, el Padre es
“el labrador” y nosotros los cristianos somos “los pámpanos” (o ramitas). Hay dos clases de ramitas: aquellas que llevan fruto, y las que no. Así también en la iglesia de Cristo hay dos clases de personas: los que verdaderamente están unidos a Cristo, y permanecen
firmes en Él; y los que no. Estos últimos
pueden ir a la iglesia y parecer cristianos, pero su falta de fruto y su fácil
alejamiento ante las pruebas de la vida demuestran lo contrario.
Hay grandes bendiciones para el que permanece firme en Cristo: llevamos
fruto que trae gloria al Padre (v.5 y 8), nuestras oraciones son contestadas
(v.7 y 16), obtenemos gozo (v.11), podemos amar al prójimo (v.12-13), obtenemos
la capacidad de obedecer al Señor (v.14), recibimos guía de parte del Señor
(v.15).
Aquel que no permanece firme en Cristo, es porque realmente no era
creyente (v.6).
El Señor nos da tres claves para permanecer firmes en Cristo:
1. PERMANECER EN SU EVANGELIO. En el v.4 dice “permaneced en mí, y yo en
vosotros”. También nos dice que él es “la vid verdadera”. Los judíos eran frecuentemente comparados con una vid, pero Jesús dice "yo soy la verdadera". En otras palabras, "mi evangelio es la verdad...yo soy la verdad".
Los cristianos no
debemos olvidar jamás quién es Jesús, y lo que hizo por nosotros. Debemos cantar, debemos recordar siempre el evangelio de Cristo: Que siendo Dios,
se hizo hombre, vivió una vida perfecta y murió para pagar el castigo de
nuestros pecados. Luego resucitó al tercer día y reina sobre todas las cosas
con su Poder. Recordando esto a diario permaneceremos firmes en Él. Favor lea 1a Corintios 15:1-2. ¡Retengamos la Palabra del evangelio en nuestro corazón!
2. LEER A DIARIO SU PALABRA. El v.7 dice “si permanecéis en mi, y mis
palabras permanecen en vosotros…”. Debemos pasar tiempo a diario en su Palabra,
deleitarnos y meditar en ella de día y de noche. Entonces seremos “como árboles
plantados junto a corrientes de aguas” (leer Salmo 1:1-3). La Palabra nos afirma
en Él.
3. DELEITARNOS A DIARIO EN SU AMOR. El v.9 dice “permaneced en mi amor”.
Cuando el creyente se deleita en la presencia de Dios, disfrutando de la
oración, la alabanza y la llenura del Espíritu Santo, su hombre interior es
renovado y fortalecido. Cuando se congrega también experimenta el amor de Dios
a través de los hermanos. Así permanece firme en el Señor, y es capacitado para
enfrentar los retos de la vida.
Conclusión: un creyente que recuerda a diario lo que Cristo hizo por él, que le alaba por su obra en la cruz, que evangeliza, que se alimenta de la Palabra, que se deleita en su tierno amor, es un creyente que permanece firme en Cristo. Y toda la gloria es para el Dios de toda gracia, que nos llamó y nos preservará hasta el fin: "Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal." 2a Tesalonicenses 3:3)
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